SOFIA VENZEL. ILUSTRANDO SUEÑOS. Por José Moldes.

“Sueño con Pintar y luego pinto mis sueños”

Vincent Van Gogh

Conocí los dibujos de Sofía Venzel (San Petersburgo, Rusia, 1984), a través de una pequeña expo en el mercado del Calvario en Vigo. Me gustaron desde el primer momento. La línea clara, el color negro que predominaba en sus ilustraciones, combinando muchas veces esa tonalidad con otro color. La cantidad de historias que surgen de sus dibujos. Antes de descubrir la fotografía, la ilustración era algo mágico para mí, la imaginación del artista ante una página en blanco.

Contacté con Sofía para preparar la entrevista de Croamagazine en la ciudad de Vigo, que por destinos de la vida, es ahora su residencia. Mientras callejeábamos por sus calles me contaba sus inicios y aproximación a la ilustración.

CM. ¿Cómo te aproximaste a la ILUSTRACIÓN?

S.V. Mi camino hacia la ilustración fue corto y largo al mismo tiempo. De niña, siempre dibujaba. Los niños suelen dejar de dibujar a cierta edad pero a mí no me pasó lo mismo. En la adolescencia seguí con un bolígrafo en la mano y no lo he dejado hasta ahora, pero no recibí ninguna formación reglada en este ámbito. Es simplemente una forma de hablar, de comunicarme con este mundo. No soy muy habladora, pero sí bastante charlatana con el dibujo.

Nací en el seno de una familia artística. Mi madre es actriz de teatro y directora y mi padre era escritor y artista gráfico. No sé si es algo genético o algo que los niños absorben del entorno en el que crecen….

Mi madre también dibujaba aunque siempre lo negaba diciendo que era una “tontería”, pero yo, cada vez que hago una visita a la casa de mi abuela materna, con mucha curiosidad ojeo los cuadernos de dibujos de los tiempos de juventud de mi madre.

La escenografía, la puesta en escena y la ilustración creo que se parecen en algo: es interpretación, introducción de los nuevos sentidos a un texto o una pieza. Colocar a los personajes y los objetos en su sitio, hacer una buena composición, dar nueva vida a un texto, poner en escena un espectáculo o un libro.

Mi padre no me enseñaba a dibujar, le gustaba mucho observarme. Él siempre tenía papel para mí, lápices y un lápiz de grafito “químico” que con un poco de agua se ponía azul.

Me quitaba la goma de borrar diciendo que las líneas salen más vivas y más seguras cuando uno no la tiene…Y creo que esa fue la única clase que me dio. Hasta ahora casi nunca uso goma de borrar. Hago un dibujo y si no me convence, lo tiro.

Aunque eso presenta un problema a la hora de hacer ilustraciones para un libro: es casi imposible repetir una línea pero un personaje, por ejemplo, debe tener coherencia a lo largo de todas las secuencias. ¡Es todo aprender y encontrar trucos!

A los ocho años escribí unos cuentos, mi padre hizo una versión de ellos con su máquina de escribir y yo hice un dibujo para cada cuento y la portada. Todavía tengo en mi casa, en San Petersburgo, este primer libro “autoeditado”.

Al final, esa niña que no paraba de dibujar, estudió filología. Mi especialidad es muy ancha: lingüística general. Y eso supone nada y todo a la vez: la lingüística, la literatura, varios idiomas.

No sé si será que a la edad de 30 años uno revalúa su vida, o por los procesos que observé en el ámbito de ilustración, que me dieron un empujón para salir de mi “armario” y enseñarle a la gente lo que hago.

No sé si soy filóloga que dibuja o dibujante que se equivocó de carrera pero en estos momentos estoy viviendo un periodo de renacimiento y me estoy convirtiendo en la niña que era o, mejor dicho, nunca he dejado de ser.

CM. ¿Cuál fue el primer cuadro o ilustración que te impresionó?

S.V. Una pregunta muy difícil. No me acuerdo. Nací en San Petersburgo, la ciudad que llaman a veces “el museo al aire libre” por su arquitectura y su cultura. Yo asistía a la escuela de arte para niños del museo del Hermitage. No dibujábamos pero aprendíamos historia del arte dando paseos por ese enorme museo… A partir de los 10 y hasta los 16 años, cada martes, iba al museo, y me parecía tan normal vivir entre las obras de los grandes maestros de todas las épocas… Creo que solo ahora empiezo a apreciar la ciudad y el entorno en el que crecí.

Me gustaban las figuras, dioses y dibujos del Egipto antiguo y para nada, las estatuas griegas y romanas, probablemente porque eran demasiado “perfectas”… Me aburría el siglo XIX pero me sentía a gusto en el último piso del Hermitage, donde se sitúan los cuadros del siglo XX: Van Gogh, Picasso, Gauguin, Matisse… Siempre que voy a San Petersburgo intento ir al Hermitage. Y me sigo perdiendo en sus interminables pasillos. ¡Dicen que para verlo todo hace falta 8 años!

CM. ¿Qué es para ti la ilustración?

S.V. Una ilustración para mí es una interpretación de la realidad, de un texto, de un fenómeno. No es reflejo, no es un cuadro realista, no es una fotografía, sino una versión del mundo, de una situación, de un texto, de parte de un ilustrador. Es la interpretación de algo con los ojos de un dibujante. Creo que el ilustrador tiene que saber observar, tiene que conocer la vida. Hay que madurar para poder interpretar. Hay que tener algo vivido para “digerirlo” y explicarlo.

CM. ¿En qué tipo de ilustración te encuentras más a gusto?

S.V. Solo estoy empezando a probarme en distintos ámbitos de la ilustración. Tengo experiencia en hacer un álbum ilustrado con texto propio y puedo decir que fue una experiencia muy interesante, disfruté muchísimo del proceso, desde la creación del texto y hasta la construcción de la parte visual. Es curioso cómo de una idea nace un proyecto, de los bocetos en las servilletas en los restaurantes hasta las imágenes definitivas. Un libro es un conjunto de texto e ilustración que tienen que convivir en armonía. Y es lo más difícil y más interesante.

Este año también descubrí la serigrafía que me abrió nuevos horizontes. Está perfecta para crear objetos ilustrados.

Pasado invierno viajé a Rusia y traje de allí unas matrioskas, muñecas de madera. Las pinté aquí, en Galicia. No sabía que iban a tener tanto éxito, ¡me las quitaron de las manos!

 

 Me gusta también hacer dibujos en las paredes: objetos inexistentes dibujados. Cuando alguien me lo pide, ¡claro!

CM. ¿Te proyectas en tu obra?.

S.V. Sí, mis ilustraciones suelen ser muy personales. Hace más o menos 10 años viví un boom de dibujo de donde salió mi estilo actual. Era una época muy difícil para mí en lo que a las emociones se refiere, dibujaba mucho para no pensar, para olvidar, dibujaba todo que tenía por dentro. Fue un grito bien fuerte, un grito de dolor y desesperanza que hacía temblar las construcciones frágiles de un cuerpo. Era una manera de comunicarme con este mundo, de explicarme, de expresarme. Pero era algo inconsciente, como los dibujos que a veces hacemos mientras hablamos por teléfono, en cualquier papel con un bolígrafo negro de gel que usaba mucho para hacer apuntes en la facultad. ¡Qué sensación de suavidad  y de tranquilidad me daba ese boli! Me parece que me gustaba más bien la sensación del contacto del bolígrafo con el papel. Y de ahí, de este boom de lo inconsciente, poco a poco, año tras año, salían ciudades, viajes, amores, personajes, argumentos, un diario visual de los encuentros y desencuentros.

Me estaba formando como ilustradora sin saberlo.

Y hasta ahora mi obra casi siempre es muy personal, casi siempre hablo en primera persona. No es narcisismo, sino un intento de entenderme a mí misma, de explicarme por este medio, de transmitir lo que llevo por dentro. Es un poco como poesía y poetas. No es que vayan contando toda su vida a los demás, desnudándose delante de una muchedumbre en la plaza, pero sí traducen una emoción, una experiencia única, de una persona, en un poema que se convierte en algo universal, en algo donde cada uno puede encontrar un reflejo de sí mismo.

En este sentido soy un poco “bipolar”, a veces muy lírica y poética y alguna vez sarcástica y cruel. No sé si soy una poeta que se esconde en la piel de una burladora o una payasa que en el fondo quiere ser Pierrot.

CM. ¿Blanco y negro o color?

S.V. Mis dibujos e ilustraciones casi siempre son en blanco y negro o con un color más. Empecé a dibujar con un bolígrafo negro y hasta ahora no he encontrado nada más con lo que me sienta tan a gusto. Con unas cuantas líneas, unos trazos rápidos uno puede transmitir muchas cosas… El color lo uso con mucho cuidado, siempre tiene alguna carga semántica.

CM. ¿Proyectos presentes y futuros?

S.V. En ese momento no estoy desarrollando ningún proyecto grande. Pero creo que un artista no tiene vacaciones, una idea te puede pillar igual en las Bahamas o en la mesa de trabajo en una oficina. Si se me ocurre una idea, hago un boceto para no olvidarla. Pero en mayoría de los casos la idea se queda en boceto, en un tiempo ese “fuego-inspiración” se va.  Como en el amor, es difícil mantener la misma emoción del enamoramiento al pasar el tiempo… Conservar y no dejar la idea, llevarla a cabo es complicado pero es posible. Ya tengo una “colección” de proyectos que me gustaría hacer. La mayoría son libros y uno ya lo tengo muy claro. ¡Solo hace falta ponerse!. Sofia Venzel, ilustrando sueños.

En Vigo a 3 de Agosto de 2017

sofiavenzel.com

 

José Moldes

José Moldes, Tui Pontevedra (1967) inició su andadura fotográfica en el año 1995. Su obra es un reflejo de su mundo interior, donde intenta mostrar imágenes que nos hablan de ausencias, de la soledad, el hombre y los objetos en lo cotidiano a la luz de un día cualquiera. Urbanita antes que paisajista, busca la figura humana, melancólica, contemplativa, en el inmenso paisaje que le rodea. “Su mirada es avariciosa, quiere atesorar cada rincón, cada rayo de luz, cada destello en otros ojos…, mil detalles a la vuelta de cada esquina. La fotografía que propone, solo muestra, no dice ni explica. Es una propuesta filosófica antes que estética. Cualquier interpretación supondrá una mirada nueva, otra propuesta, que no está, ni necesita estar, en la fotografía original“. Antonio Romero Seguín, es escritor. Colabora con la revista de divulgación cultural Croa Magazine, con entrevistas a fotógrafos y artistas gráficos. Realizó exposiciones en Galicia, Extremadura, Porto ( Portugal ). Participó en el Festival Visións na Coruña 2016. Actualmente trabaja en dos proyectos que verán la luz durante el año 2018.

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