Disciplina: Fotografía.
The laugh of the Medusa
“Censor the body and you censor beath and speech at the same time”
Hélène Cixous en “The Laugh of the Medusa”
Cuerpo y escritura son dos vehículos empleados para la expresión. El cuerpo habla pero a su vez debe ser escuchado para poder armonizar con nuestros sentimientos y opiniones.
Por qué no podemos crear un nuevo concepto de “optimización”?, todo es fruto de inseguridades?, de adaptarse a cánones? Porqué seguir fomentando el sentimiento de culpa y el sentimiento de justificación? Escapemos de la empresa de la “domesticación” para inventarnos y reír de todo: De nosotras mismas, de si queremos dejarnos envejecer o si queremos ser lo que siempre hemos soñado, inventando de ese modo a una persona nueva lejos de sistemas de control.
Este trabajo emplea como lienzo el cuerpo de la mujer, deconstruyéndolo y desmembrándolo y reduciendo el concepto de feminidad a un solo objeto interpretado por cada una de las modelos. Habla de la ingobernabilidad de la identidad y de la huída de una representación única de la mujer reivindicando la pluralidad.
Vivimos en la pura contradicción, en un terreno en donde subordinación e insubordinación responden a manifestos o a subyugación solo dependientes de nuestra capacidad de olvidar el cuestionamiento constante y de entregarnos al verdadero cambio cultural. Dejar que el pasado siga determinando el futuro y que se nos pribe de nuestra idea personal de belleza, sin ni siquiera poder observar con humor las fantasías corporales de quienes nos rodean, es continuar otorgándole autoridad a los innumerables métodos de censura.
Estas fotografías emplearon de base los textos escritos por Hélène Cixous en “The Laugh of the Medusa” donde reivindica el cuerpo y la sexualidad de la mujer.
“Es completamente falso que la belleza esté en el ojo del que mira. La belleza sólo está en el ojo de quien sabe distinguirla. Habría que preguntarse si la belleza poco convencional que encierra el imaginario eternamente femenino de Mar Cuervo es tan fácilmente distinguible como el de otros fotógrafos contemporáneos. Yo diría que no. Tal vez por eso me gusta tanto.
Su obra, de una sinceridad apabullante, representa un homenaje constante al origen de la vida. Nos devuelve la mirada limpia y desnuda de la lucha, de la templanza y de la resignación, del trabajo pero también los sueños. La fuerza que mueve al mundo, el auténtico motor que arrastra y rescata a esta sociedad de la corrupción, del vértigo y la indolencia, está presente en cada una de sus fotos, y lo hace desde la naturalidad más absoluta, desde la sencillez de la auténtica esencia de la fotografía. No hay artificio que valga: una cámara y una mujer son más que suficientes para contarnos una historia. Para contarnos cualquier historia.
No importa dónde vaya, no importa que las culturas que retrate sean tan radicalmente distintas como la mexicana, la gallega o la nipona, Cuervo busca en todo momento el vínculo, la cuadratura del círculo en los ojos de sus protagonistas, a las que no necesita dotar de dignidad en ningún momento, porque dignidad, aprendemos a ver con ella, es algo que les sobra.
Una fotografía la suya, en definitiva, radiante y viva, orgánica y honesta, amante del color pero también del mensaje, que exige una lectura sencilla, que no simple. Una fotografía mágica y espontánea y siempre sin trampas, que exalta la vida sin esconder en ningún momento la presencia de la muerte, que desnuda la frescura de los cuerpos jóvenes y pálidos y, con la misma precisión, los estragos de la edad, el precio de la sabiduría y la mirada desde la calma.
La belleza sólo está en el ojo de quien sabe distinguirla, no lo olviden. Ahora les toca buscarla.”
Hugo Izarra
Vigo, febrero de 2013