Cuando hace años tomé la decisión de realizar trabajos documentales nunca pensé que me vería publicando un libro con un trabajo paisajístico, y no lo hice porque realmente Rururbania Salnés es un trabajo que habla sobre la gente que habita el paisaje que sale en las imágenes. Es un trabajo sobre los gallegos y las gallegas que desde un principio son modificados por en entorno en el que viven y estos a la vez participan en la modificación del mismo.
Aunque esta serie recuerde plasticamente a los proyectos de la DATAR o New Topographics de hace décadas, Rururbania Salnés trata de Galicia, no de Francia o San Francisco, he ahí lo bonito y lo incaducable del documentalismo: el mensaje, el tema del que se habla.
Galicia es la comunidad autónoma española que linda al sur con Portugal, limítrofe con el Atlántico y el Cantábrico que en la edad media formaba reino con Portugal. Muchas teorías que intentan justificar nuestras idiosincrasias tienen que ver con el pasado gallego desde la ruptura con el actual Portugal y el traslado de sus cortes a Castilla. Una de esas idiosincrasias es nuestra muy extraña “construcción” del paisaje. Algunas de esas teorías hablan del olvido y represión por parte de la capital desde hace siglos, años y años de desprecio a lo periférico que dañan la autoestima y el orgullo de los habitantes de Galicia. Este trabajo no da respuestas a las causas pero si muestra el resultado de muchas de ellas.
Aunque hablan de todos los gallegos, las fotografías se centran en el Valle del Salnés, centro neurálgico del Eje Atlántico entre Vigo y A Coruña, la parte gallega más masificada e industrializada. Aquí, como los californianos, los gallegos estamos constantemente conduciendo por el eje supliendo nuestras necesidades diarias en distintos núcleos urbanos de los lugares en los que vivimos, ya que ninguno de ellos, por tamaño, es del todo “autosuficiente”. Entre núcleo y núcleo hace mucho que en esta parte de Galicia dejó de existir la naturaleza pura. Existen parroquias como Paradela de Meis, en la que yo vivo y que llena un tercio de las imágenes del trabajo, que son lugares dormitorio, de especulación urbanística y cultivos domésticos. Ya no existe esa naturaleza prístina que en las ferias de turismo se quiere vender. El gallego vive fusionado con los restos de esa naturaleza en una inmensa rururbania suburbial. Cierto es que tenemos montes como Pena Trevinca, Xiabre y o Courel pero Galicia no son las High Land, sin embargo no sólo aparece Galicia de esa manera en el imaginario del visitante, lo más curioso es que también lo sienten muchos Gallegos, casi siempre, los mismos que no son conscientes de su insana relación con el entorno.
Rururbania salnés gano el Premio Galicia de Fotografía Contemporánea en 2014.