HACER O NO HACER

LA FUERZA DE LOS PROPÓSITOS

WEB

Hace unos años hice una lista de propósitos para la que tenía el período de un año. Cuando ese año pasó varias cosas de la lista seguían sin hacerse, aunque es cierto que muchas otras las hice y de no escribirlas no las habría cumplido. No volví a hacer una lista de propósitos, o sí, pero dejé de escribirlas.

Después creí que tal vez debería establecer períodos más largos porque cada vez los propósitos han sido más complicados. También empecé a pensar que había muchos a los que no tenía sentido poner fecha porque aún no tenía los medios para hacerlos, o los conocimientos, o la experiencia, o no estaba en el lugar adecuado. Así poco a poco los propósitos van ganando su propia flexibilidad.

Pero hay un momento, que no sé cuando aparece, en el que empieza a cobrar peso la restrospectiva, tal vez sea algo antes de la aparición de los propósitos aplazables.

Cada vez ganamos paciencia y perdemos prisa, porque una gran obra requiere de tiempo, de experiencia, de conocimiento, de todo eso que en el momento presente siempre nos negamos. Me resulta curioso que de niños seamos tan impacientes, y no entendamos porqué los mayores se empeñan en dejarlo todo para el final, o todo para luego o todo para mas tarde.

Una vez le dijeron a mi madre, y ella me lo dijo a mi, que durante toda tu vida debes tener contacto con alguien mucho más joven que tú y alguien mucho mayor que tú porque así verás todo lo que quieres hacer, el tiempo que te queda, el tiempo que ya no tienes y cómo cada vez tienes menos prisa.

“Si no conoces el pasado puedes cometer el error de repetirlo”. Sin embargo a nadie se le ocurre decirle a su hijo que no lea lo que ya otros leyeron o que no camine por donde otros caminaron. No habrás innovado pero habrás aprendido de una experiencia. Se me ocurre que podríamos entrevistar a numerosos artístas, profesionales consagrados o personas de éxito que consideren que les queda mucho por aprender y eso no les niega lo que ya han hecho. “No se debe tener miedo a decir una tontería, pero se debe saber escuchalas”
Francis Alÿs decía en una conferencia para alumnos de Bellas Artes que él había perdido la facultad de atreverse, o de creer que lo que hacía tenía un fin sublime o lo que fuere porque ya no tenía la arrogancia para crear como cuándo era jóven.

Ludwig Wittgenstein reflexionaba en un cuaderno de notas: Nietzsche escribió alguna vez [Humano, demasiado humano] que aun los mejores escritores y pensadores han escrito cosas mediocres y malas, sólo que las separaron de lo bueno. Pero no es así del todo. Desde luego, un jardinero tiene en su jardín rosas junto al abono, la basura y la paja, pero se distinguen no sólo por la bondad, sino, sobre todo por su función en el jardín. Lo que parece una mala frase puede ser la semilla de una buena.

Tal vez, en cuánto a la creatividad se refiere la presión por crear nunca se aligera porque parece que solo “el hacer material” es el que es visible. Y eso solo crea lastres, el lastre de la obra inacabada o del proyecto por el que perdemos la pasión o la motivación. Pero el hacer no solo es crear, también lo es pensar, dirigir, idear, discernir, observar, rectificar…

Si tuviese que decir algo sobre la evolución de la retrospectiva en una vida me quedaría con la lentitud que van adquiriendo los cambios y la rapidez que va ganando el tiempo. Cuando somos niños nos basta con una hora para ver lo que hemos conseguido hacer o que algo no nos gusta y que preferimos hacer otra cosa. A medida que crecemos cada vez necesitamos más tiempo para percibir que algo ha cambiado o que llevamos demasiado tiempo invertido en algo que no nos aporta nada.

Si cada vez cobra más peso lo que hemos conseguido en retrospectiva que los propósitos que nos estamos marcando es posible que en realidad no se pierda la prisa por hacer sino que se gane por verlo hecho. Tal vez si el análisis retrospectivo cada vez se hace más inminente lo mejor sea romper con la licencia de aplazar los propósitos.

Bea Zurro Vigo

Deja un comentario