Escribir

Entrar en una librería y encontrarse una pequeña sección dedicada a Marguerite Duras debe tomarse como una señal, uno tiene que entender que es el momento de descubrir o de volver a toparse con la dueña del amor y la sensibilidad de la literatura francesa, y digo esto siendo consciente de cuántas autoras entran en esta casi superficial categoría de «ser dueña del amor y la sensibilidad». Mis disculpas si resulta poco claro o muy vulgar. El caso es que yo me vi hace poco en esta situación, el encuentro fortuito con la voz de Duras. Mi último viaje con ella ha tratado sobre la escritura, sobre escribir. Eso que estoy haciendo ahora mismo, algo que al fin y al cabo, con más o menos pretensiones, todos hacemos en algún momento.

Escribir es un (se dice) ensayo de Marguerite Duras sobre su escritura, sobre su proceso, sobre sus momentos escribiendo. Este texto que nos regala, estas palabras que vienen de una autora profundamente emocional y sensitiva, llegan a través de la lectura de forma sencilla, casi casual, a quien está leyendo. Nos transporta rápido a su casa y queremos mirar por su ventana ¿Por qué? Porque Maguerite siempre ha sido directa, siempre ha dicho la verdad y su verdad siempre es poesía. Cuando habla de escribir también habla, por supuesto, de sentir, de la soledad, del abandono y del amor. En realidad una aventura apasionada con un amante de Indochina del Norte y escribir se parecen bastante, con la diferencia de que escribir permanece siempre con ella, nunca la abandona (¿acaso el amante se va?). «Escribir: es lo único que llenaba mi vida y la hechizaba. Lo he hecho. La escritura nunca me ha abandonado.»  Y cuando Marguerite Duras habla de esa soledad lo hace tratándola como un elemento necesario, imprescindible o más bien, siempre inevitable al escribir. «La soledad no se encuentra, se hace. La soledad se hace sola. Yo la hice. Porque decidí que era allí donde debía estar sola, donde estaría sola para escribir libros.» Habla de su casa y nosotros también sentimos el atardecer y los otoños. Escribir te aporta ganas de escribir. Y de ver moscas morir, sólo para decir que tú también lo has visto, también lo has observado. Es difícil escribir sobre un libro de Marguerite Duras sin caer rendido al poder emocional y poético y no poder decir mucho más que Escribir es una teoría literaria construida a base de impulsos y pasión. El piloto británico de veinte años del que habla Marguerite…ese piloto de veinte años era necesario para que Marguerite hablara sobre palabras, el porqué es complicado. Igual que el porqué de la mosca, por muy claro que parezca tenerlo la autora y aunque nos contagie la preocupación y la tristeza…la muerte siempre es muerte. Marguerite habla de la literatura como algo salvaje y sueña con una escritura sin gramática, libre de todo, libre incluso del propio autor, el descubrimiento constante en cada palabra, el vacío anterior y posterior a lo escrito. «Todo escribe a nuestro alrededor» dice y, sí, es cierto, todo es narración, literatura, palabras y lenguaje. Su lenguaje concretamente es veraz y extremadamente expresivo. Es difícil terminar las frases que se empiezan cuando se habla de su literatura, porque todo parece «envenenado» por su delicadeza y su tristeza permanente y necesaria, su pasado también le duele al lector.

Nadar en un libro de Marguerite Duras es enfrentarse al mundo, ver dolor y sentir, sin embargo, una extraña tranquilidad. Duras demuestra en Escribir que sabe por qué y para qué escribe, lo sabe precisamente porque no busca las respuestas, admite la soledad, acepta el reto, el abandono y el dolor. Simplemente se sumerge y nos tira lo que piensa. «Escribir. No puedo. Nadie puede. Hay que decirlo: no se puede. Y se escribe. […] Se puede hablar de un mal de escribir» Esto es, nadie lo puede describir mejor.

Lean a Marguerite Duras.

Escriban.

Marguerite-Duras-01

Referencia bibliográfica: Duras, M. (2009), Escribir.(2ª ed.) Barcelona, Fábula Tusquets Editores.

Irene Puyol

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