Hablemos de color, de puentes, de canales, de góndolas, de Renacimiento, de Barroco y de máscaras. Venecia, esa pequeña ciudad situada al noreste de Italia donde los taxis van por el agua y los gondoleros te cantan canciones mientras observan los espejos en los cruces de los canales para virar sin chocar. Sus 118 islas se unen entre sí por 455 estrechos puentes que hacen de la ciudad un lugar en el que sea imposible el tráfico rodado.
En el S. XVIII, siendo capital de la República de Venecia, fue una de las ciudades mas pobladas de Europa y no fue hasta mediados del S.XIX cuando pasó a formar parte de Italia.
Gracias a los poderosos de la época: la Iglesia, los políticos y los comerciantes; artistas como Tiziano, Tintoretto, o Tiempolo, entre muchos otros, acudían a Venecia por su fuerza y poder. El estilo de los pintores venecianos pudo verse por media Europa, siendo la Escuela Veneciana influencia para artistas como Velázquez o Rubens. Los arquitectos de Venecia no podían recibir una formación especializada en arquitectura por lo que se formaban como escultores. Es por ello por lo que la decoración de los edificios es tan escultórica, llena de detalle y de belleza.
Venecia, como todas las ciudades, se vio envuelta en luchas de imperios, caídas de los mismos y todo ello influyó fuertemente sobre ella. La primera influencia fuerte fue causada por la caída del Imperio Romano y el consecuente dominio del Imperio Bizantino, donde el estilo oriental empezó a tener cabida en esta ciudad flotante. Un claro ejemplo es la Basílica de San Marcos, considerada “una de las obras mas bellas del arte bizantino”, que recuerda a Santa Sofía de Estambul. Napoleón Bonaparte dijo de esta plaza que era «el salón más bello de Europa» y es la única en Venecia que recibe el nombre de Piazza.
Fue tras el declive del Imperio Bizantino cuando entró en la ciudad el estilo gótico, proveniente de la Europa del Norte y que duró hasta el S.XV, dando comienzo el Renacimiento. Dos siglos después, en el S.XVII, el Barroco se Impuso sobre el Renacimiento, siendo en 1797, con el dominio de Napoleón, cuando la construcción de los nuevos monumentos se basó en imitaciones de antiguos edificios perdiendo la originalidad respecto a la arquitectura veneciana.
Y no se puede hablar de arte en Venecia sin nombrar el Carnaval Veneciano. Su tradición de remonta al S. XI alcanzando su máximo apogeo en el S.XVIII. Se entendía como la única festividad en la que la nobleza, llegada de diversos lugares, se mezclaba con el pueblo y de ahí que las máscaras sean un elemento tan importante. Con la ocupación del ejército de Napoleón el Carnaval estuvo prohibido hasta el año 1979 por miedo a que pudiese favorecer conspiraciones.
Actualmente no hay nada más bello que perderse por sus callejuelas, sentarse en sus plazas, cruzar los puentes, subir al vaporetto, ver sus colores. Venecia es una ciudad de agua, siempre en movimiento, que se mece con e vaivén de las pequeñas olas del Gran Canal.