Es fantástico ver terminar el verano con la seguridad de que en el otoño del norte peninsular han surgido una multitud de propuestas musicales interesantes que llenan el vacío dejado una vez acabados los conciertos estivales. Placeres Ocultos, Amplifest, Semibreve, Curtocircuíto, Sinsal o también WOSINC son algunas de los proyectos que forman una programación que aporta riesgo y busca seducir al espectador más inquieto, aquel que quiere ser sorprendido por propuestas distintas a las que suele ofrecer el muchas veces acomodado panorama musical gallego.
Pero estos proyectos no buscan únicamente satisfacer el apetito musical de los melómanos, también buscan crear cultura en su sentido más bello y amplio. Incubando relaciones y tendiendo puentes no sólo entre el público y los espacios más recónditos y especiales de una ciudad, también uniendo fuerzas y creando redes para generar sinergias que enriquezcan por igual a iniciativas, público, instituciones, espacios urbanos y géneros artísticos.
Todas estas características se encuentran resumidas en el WOSINC de este año. El festival organizado por la promotora Work on Sunday cumplió su segunda edición el pasado septiembre desde la seguridad que proporciona una exitosa primera edición en lo que a público y calidad musical se refiere. Desde esta posición la organización encaró la nueva edición poniendo toda la carne en el asador y asumiendo el riesgo de confeccionar un cartel en el que sobresalía por encima del resto de nombre el del alemán Michael Rother. Y ese riesgo se notó en el resultado de lo visto sobre el escenario, donde casi no existió un término medio. Destacaron con conciertos extraordinarios Daniel Knox, Trilitrate, Niño de Elche, Fluzo, The Octopus Project o Girl Band, pero también decepcionaron de igual forma Don The Tiger, Krapoola, Sun Araw, No Joy o Pega Monstro.
El resto de características se podría resumir en las colaboraciones y actividades que completaban el cartel del festival. Ese que apostó de nuevo por las mesas redondas y por el humor más irreverente, pero también por el cine, con el estreno en NUMAX de ‘Los Hongos’ el fresco primer largo del colombiano Óscar Ruíz Navia. Hacerlo suponía apostar por el cine más comprometido, pero también por un espacio que está cambiando el panorama cinematográfico de Santiago de Compostela, encargado de la distribución de la película en España.
Esta voluntad de crear redes, un tejido cultural entre las diferentes propuestas y el espacio urbano también se contemplaba con la colaboración con el Festival Internacional de Cine Curtocircuíto. Con él intercambió programación musical y cinematográfica, programando ‘Akounak Tedalat Taha Tazoughai’, la película del músico tuareg Mdou Moctar, dentro de WOSINC. Posteriormente el festival confeccionaría la programación musical de Curtocircuito, además de programar juntos las sesiones de cortos en Praza de Praterías. Esperamos que la tercera edición reverdezca tanto el panorama musical gallego y fortalezca el músculo cultural de la ciudad, al menos, de la misma forma.