Sin manos es un entramado de microhistorias que giran alrededor de la familia. Es un libro sobre niños astronauta, padres imaginarios y superhéroes con ciática. Sin manos parece un libro, pero es en realidad un pasadizo que te lleva de vuelta a la infancia. El primer amor, los primeros miedos, la complicidad y los celos entre hermanos.
Sus personajes son algo locos e imprevisibles, pero muy divertidos y fascinantes, y todas las historias están contadas con la inocencia y el desparpajo que solo tienen hoy los niños y los viejos.
Revive en estas páginas la espontaneidad, la fiebre, las luces y las sombras de la niñez.
Los autores
Rodrigo García Llorca nace en 1980, sin ninguna experiencia previa, pero pronto se vuelve un adicto del Tente, los plastidecores y los nísperos. Al entrar en la adolescencia, lee en una pintada que es el momento de experimentar, y decide probarlo todo: el acné, la natación, la guitarra, incluso compra unos pantalones de cuadros blancos y negros. Mientras tanto, continúa dibujando monigotes y zapatillas a un ritmo frenético y en un arrebato de pragmatismo, ingresa en la facultad de Bellas Artes, huyendo de la poesía y la bohemia de las carreras científicas.
A día de hoy, finge con relativa solvencia que ha madurado y trabaja como diseñador gráfico e ilustrador. En un futuro próximo, espera sacar adelante junto a Noel Lang la segunda entrega del cómic ‘Downtown’ y sobrevivir a la mudanza que tiene entre manos.
Raúl Jiménez Muñoz fue en su infancia bombero, capitán de barco y astronauta. Luego se dio a la escritura, abandonándose por completo. No obstante, encuentra a los trece años el sentido de la vida y lo canjea por una revista para adultos. Al descubrirse su especial interés por los senos, sus padres lo apuntan a un curso de trigonometría. Dejará sin embargo esta noble disciplina para esconderse detrás de una cámara de video, trabajando para distintas productoras y medios de comunicación.
En la actualidad, toca el timbre y el matasuegras, es padre de dos hijos y participa en la tertulia de Los Innuendistas. Entre sus proyectos está el de seguir insistiendo en la ficción literaria, quitar el gotelé de su casa y fabricar una nave.