CRISTINA BREA. ESPACIOS CERCANOS. Por José Moldes

“Las fotografías abren puertas al pasado,

pero también permiten echar un vistazo al futuro” Sally Mann.

“Mis retratos son más acerca de mi, que lo que son sobre la gente a la que fotografío” Richard Avedon

 

 “Una imagen es un fragmento de lo que estamos viendo, lo llevamos al interior de un artefacto, a una cámara oscura. Un pintor pinta un cuadro, un escritor escribe un libro, pero un fotógrafo no hace una foto. La fotografía es la única disciplina artística donde no se parte de un papel en blanco. Delante tenemos un escenario maravilloso, lleno de elementos. Nuestro trabajo es quitar. Hay que ir quitando cosas, seleccionado hasta quedarnos con las imágenes que queremos. Conforme nos atrevemos a quitar más elementos de una escena, mejor fotógrafos vamos siendo. Hablemos a través de la fotografía, contemos el mundo fotográficamente”. Esta reflexiones de José Manuel Navia, bien podían reflejar la mirada fotográfica de Cristina Brea ( Vigo 1973 ). En el mundo que se despliega delante de ella, están las claves de todo, y hay que saber mirarlo. De él, ella nos atrapa con una selección poética, serena y profunda de su entorno cotidiano, jugando con la luz y la composición de forma brillante, como pocos artistas consiguen trasmitir, hasta lograr crear un lenguaje visual que la define, consiguiendo, que cuando ves sus obras, sabes que son de ella y no de otro.

Cristina Brea, lleva media vida con la fotografía. Cuando habla de recuerdos, le vienen a la memoria la primera vez que se acercó a ella y fue exactamente cuándo marchó de Erasmus a Londres. La única cámara que podía llevar era una réflex manual que le dejaba su padre. Era imposible venir de la ciudad sin retratar el Big Ben o el Backinham Palace. Lo que iba a ser unas postales de recuerdo, se convirtieron en 40 carretes de 36 imágenes en blanco y negro con retratos de gente en la universidad donde estudiaba, en el metro, en los parques, en su casa… descubrió ahí su fascinación por el rostro humano y la similitud con las obras de artistas que siempre le habían fascinado. Recuerda también un profesor que le asignaron allí y que le dijo que sus fotografías le recordaban a los cuadros de Rembrandt por el uso que hacía de la luz, por la ausencia de fondos y la focalización en la figura, que se notaba que venía del mundo de la pintura y que eso condicionaba su manera de componer. Estudió artistas que le fascinaran con su mirada creativa. Bill Brandt, con los desnudos casi escultóricos o las imágenes surrealistas de Man Ray, que le siguen maravillando a día de hoy. Lee Miller, Diana Arbus, Helmut Newton. Artistas que tienen esa sensibilidad para ver, lo que los otros no ven, como diría André Kertész.

Para mí, la fotografía es una manera de comunicarme con el mundo,

un lenguaje necesario para poder expresarme.

Cristina cree que las fotografías se alimentan de algo, de recuerdos, de sueños, de literatura, de memoria, de su vida diaria… por eso en sus imágenes siempre hay algo de cada uno de ellos. Su trabajo es su manera de acercarse al mundo, de observar desde el silencio la vida que transcurría a su alrededor, a ser una manera de comunicarse con él, un lenguaje necesario para poder expresarse. Y donde se encuentra más a gusto es en el retrato. Tanto el autorretrato, como en el retrato del otro. Y eso parte, en gran medida, de su manera de dibujar y de observar el arte, ya que siempre le han gustado las figuras, la gente, y aunque casi siempre se ha decantado por dibujar figuras humanas sin rostro, centrándose en la anatomía y el desnudo, contrariamente, la primera vez que se acercó a la fotografía fue llenado carretes y carretes de rostros.

Como casi todos los fotógrafos de hoy en día, empezó trabajando en el campo analógico y carretes en su mayoría en blanco y negro. Con el tiempo y la falta de espacio, se paso a las réflex digitales y después a trabajar con la cámara del móvil, sin dejar la réflex de lado. A día de hoy hecha mucho de menos lo analógico, el proceso completo, el aislamiento y la intimidad en la que estaban los químicos y ella, pero tal como reconoce, le resulta difícil volver a ese campo.

 

Al igual que en las fotos que observo, que necesito que me «emocionen»,

 me interesa mucho trasmitir «emoción» en las mías.

Aparte de dominar casi a la perfección las luces y la composición en sus imágenes, en casi todas ellas podemos encontrar un dominante común, la emoción. Emoción sin duda, y esto no lo dice en detrimento del valor de la idea, de hecho le parece una parte compleja y muy necesaria del proceso creativo, pero en su modo de expresar el sentimiento es más intenso que la idea. Al igual que en las fotos que observa, que necesita que la emocionen, le interesa mucho trasmitir eso en las de ella, y lo consigue muchas veces.

Cuando prepara un proyecto, sobre si tiene claro la idea antes de hacer la toma o durante el mismo, nos aclara que le han ocurrido ambas cosas. Ha querido expresar algo y dibujando mentalmente la imagen antes de dispararla, como a veces le ha ocurrido lo contrario, jugando hasta que encuentra una imagen y se adapta a lo que buscaba. Dentro de ese proceso creativo, como comentaba antes, si algo podemos ver reflejado en el trabajo de esta artista son los recuerdos, esa parte de la memoria, que parece inalterada con el paso del tiempo. Por eso siempre la veremos proyectarse en su trabajo. Completamente. Lo ha hecho desde que dibuja, pinta o graba imágenes en diversas matrices, es ella y ella misma la que sale a través de su mano. Es ella y sus preocupaciones, su día a día, su manera de fragmentar el mundo, sus libros, hasta la idea de inventarse a otras mujeres a través de ella. Es también por ello, por lo que cuando vemos sus fotos, tenemos la sensación de estar frente a espacios que son importante en su vida. También hay rasgos de una escena que pueden conquistar su mirada fotográfica, como lo es, la desolación personal, las ausencias, las lagunas que aparecen en la vida,  espacios de desolación y frialdad propias de la elegancia de Edward Hopper…la gente, siempre la gente…

Me gustaría que el público que ve mis fotografías sienta que en esas imágenes estoy yo y todas mis aristas, silenciosas en apariencia…

y como un «grito» sobre el que pueden depositar su mirada.

Dentro de los fotógrafos que hoy en día le emocionan, puede citar a muchos, pero los que realmente le comunican algo, le conmueven en sus entrañas, los que le producen placer o incluso dolor, los que en definitiva, a través sus imágenes no le dejan inmune a su presencia,  son entre otros, Bruce Davidson, Juan Manuel Castro Prieto, Sally Mann, Bernard Plossu, Franscesca Woodman o Wolfgang Tillmans, entre otros.

Ha colaborado con sus imágenes en numerosos trabajos discográficos, editoriales gallegas, ha expuesto sus fotografías en la Casa das Artes de Vigo, móvil_foto_crea de Cambados, participó en festivales fotográficos, entre los que podemos destacar Visions, en A Coruña. Forma parte del colectivo ALNorte, con el que también expuso en varias ciudades. Tiene pendiente publicar un libro con parte de los dípticos en los que esta trabajando hoy en día. Dobles páginas que hablen a veces con la ayuda de algún texto escogido. Buscando complicidad con el espectador, que sienta que en esas imágenes está ella y todas sus aristas, silenciosas en apariencia y como un grito sobre el que pueden depositar su mirada, una mirada que la tienen desprovista de barreras ante ellos, salvo la de su silencio. Una mirada poética, sensible, siempre en una búsqueda de sus recuerdos, de líneas imaginarias de una vida en la cual existe una perfecta interacción entre la figura humana, la suya, con el paisaje, simplificando el desorden de la vida cotidiana. Cristina Brea, ha conseguido capturar con sus imágenes, los rincones de esa vida, con una sensibilidad y elegancia como pocos lo consiguen. Así es la obra, así es su vida, así es, su angustioso silencio…

 

En Vigo a 10 de Abril de 2017.

flickr.com/cristina_brea_lodeiro

instagram.com/crisis_bree

 

José Moldes

José Moldes, Tui Pontevedra (1967) inició su andadura fotográfica en el año 1995. Su obra es un reflejo de su mundo interior, donde intenta mostrar imágenes que nos hablan de ausencias, de la soledad, el hombre y los objetos en lo cotidiano a la luz de un día cualquiera. Urbanita antes que paisajista, busca la figura humana, melancólica, contemplativa, en el inmenso paisaje que le rodea. “Su mirada es avariciosa, quiere atesorar cada rincón, cada rayo de luz, cada destello en otros ojos…, mil detalles a la vuelta de cada esquina. La fotografía que propone, solo muestra, no dice ni explica. Es una propuesta filosófica antes que estética. Cualquier interpretación supondrá una mirada nueva, otra propuesta, que no está, ni necesita estar, en la fotografía original“. Antonio Romero Seguín, es escritor. Colabora con la revista de divulgación cultural Croa Magazine, con entrevistas a fotógrafos y artistas gráficos. Realizó exposiciones en Galicia, Extremadura, Porto ( Portugal ). Participó en el Festival Visións na Coruña 2016. Actualmente trabaja en dos proyectos que verán la luz durante el año 2018.

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