Ha estado bien esto de cambiar de forma drástica. Borrarme del mapa ha sido una de las mejores decisiones que he tomado nunca. E, irremediablemente, la última. Tenía mis dudas de cómo sería este lugar finalmente, pero, ¿sabes? Se han superado todas mis expectativas. Lógicamente, jamás hemos tenido noción alguna de este sitio, del que solamente existen a la venta billetes de ida. Un viaje sorpresa, sin despedidas en andenes, sin llamadas para decir hasta luego. Sólo adiós. Nadie nos había hablado antes de este lugar. Y, sin saber por qué, el destino ha querido darme una oportunidad para dejar constancia de mis impresiones. Ahora, frente a frente, tú y yo, aunque en dimensiones totalmente opuestas, trato de ponerte al día. No hubo limbo ni transiciones. De pronto, me vi en este reino del sosiego, habitado por seres extraños totalmente benévolos, en el que todo parece imposible y, sin embargo, verosímil hasta límites insospechados. Hay algo curioso en todo esto. Siempre he recordado que llegaría aquí criando malvas. Pues no. Aquí, rodeada de amapolas, me embriago de su aroma, peculiar y adictivo, que me hace viajar de nuevo para sumergirme en un sueño, dentro de otro si cabe. Un sueño eterno, quizás.