Super Mario Bros y el Eterno Retorno de la Diferencia

 

 

El eterno retorno es uno de los conceptos más conocidos y malinterpretados de la filosofía de Nietzsche. Se trata de un concepto metafísico, que postula toda una comprensión del mundo. De este concepto se deducen muchas interpretaciones, quizá la más conocida sea la de aspecto ético, según la cual Nietzsche nos invitaría a hacernos cargo de una existencia en la que cada acto que cometemos debemos afirmarlo como si éste fuera a repetirse hasta el infinito. El santo decir sí, sí a todo, vivir de forma que cada acto nazca de una afirmación escrita sobre la eternidad. Esta sería la forma de vivir afirmando las potencias activas y no reactivas, aquellas que aumentan nuestra voluntad de poder.

En los estudios de inteligencia artificial se ha diseñado un cerebro algorítmico que es capaz de terminarse fases del Super Mario Bros en 34 intentos. Este ordenador se basa en un sistema de aprendizaje llamado Neuro Evolución de Topologías Aumentadas, o algoritmos genéticos. Consiste, como podéis ver en el vídeo, en un algoritmo que permite a la IA aprender de sus errores y memorizar los movimientos exitosos, descartando los que conducen a la muerte de Mario. Una y otra vez, una y otra vez, comenzando desde cero, hasta conseguir la combinación de botones idónea que permite a Mario terminar el nivel. En 34 intentos.

 

El sistema de aprendizaje de este bot se basa en el ensayo y error, en equivocarse hasta dar con la clave. El componente inicial es azaroso, el programa no sabe cuales son los movimientos exitosos, por lo cual los primeros intentos han de ser puro azar. Hasta que en este azar se empiecen a dibujar algunas líneas de movimientos que permiten a Mario avanzar un poco más. Estos modelos informáticos trabajan del mismo modo que los organismos biológicos. La vida avanza a tientas, de un modo caótico y azaroso, hasta que encuentra un patrón exitoso y se crea un sistema vital. La repetición es clave. Empezar Super Mario una y otra vez. Morir y volver de nuevo a la casilla de salida.

Como se ha indicado, Nietzsche nos habla de que la voluntad de poder, verdadero principio metafísico, contiene fuerzas activas y fuerzas reactivas, esto es, fuerzas que aumentan nuestra potencia y fuerzas que la disminuyen, fuerzas que afirman y fuerzas que niegan. Imaginemos que las fuerzas reactivas son las muertes de Mario, las combinaciones infructuosas. El eterno retorno es el continuo regreso de Mario a la casilla de salida. Las fuerzas activas son aquellas que afirman la vida de Mario, las combinaciones exitosas, que le permiten avanzar y vivir.  Sin embargo, como bien indica Gilles Deleuze en sus estudios sobre Nietzsche, el eterno retorno no es el retorno infinito de lo mismo, de la mismidad, de los mismos movimientos. Cada vez que enfrentemos al bot al problema del nivel de plataformas (trasunto del problema mismo de la vida y del devenir) este encontrará un modo diferente de terminar el juego. Incluso en la misma partida, lo que posibilita el éxito de Mario es la diferencia de combinaciones y la selección de aquellas victoriosas, es decir, el eterno retorno de la diferencia. Casi nunca (dependiendo del juego) podremos hacer una partida idéntica a la anterior, pues Mario regresa siempre a la casilla de salida un poco distinto.

La repetición es una de las mecánicas clave de los videojuegos. En el formato de los primeros videojuegos Arcade la repetición era la mecánica misma e incluso el negocio del propio juego ( game over, insert coin ). Últimamente estamos asistiendo a un renacer de este tipo de mecánicas en juegos que han regresado al concepto de dificultad de los videojuegos antiguos, frente a una época en la que cada vez los videojuegos eran más sencillos para así poder llegar a más gente. Sin embargo, desde la aparición de la saga Souls (Demon Souls y Dark Souls) el volver a la casilla de salida una y otra vez, estamparte contra la muerte más absurda y volver a intentarlo, ha regresado como una de las mecánicas más adictivas del videojuego. Asimismo, versiones HARDCORE del Super Mario han visto la luz, para delicia de gamers. Juegos tan exitosos como Cuphead, recién estrenado, se basan en una casi enfermiza repetición. Morir, morir y volver una y otra vez al principio.

¿Sería muy arriesgado por mi parte afirmar, desde una perspectiva nietzscheana, que los videojuegos basados en la repetición pueden proveernos de un modelo metafísico que nos permite reafirmarnos en nuestra voluntad de poder y allanar el camino al superhombre? Me imagino toda una metafísica suspendida en el momento clave en el que el jugador (dios tirando los dados, la vida, el devenir) se detiene ante la pantalla-dilema que indica EXIT o CONTINUE. Al fin y al cabo, ¿cuántas veces has muerto ya Mario? Y ahí sigues.

 

Guillermo Rodríguez Alonso

Graduado en Historia del Arte por la Universidad de Santiago de Compostela, Máster en Estudios Comparados por la UPF y Doctorando en Filosofía Contemporánea por la USC. Natural de Vigo y residente en Val Miñor.

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