Como pequeñas miniaturas

Todos nos sentimos trementamente pequeños ante la grandiosidad del mundo. Cada uno de nosotros representa una pequeñísima parte del planeta y del universo. Si fuéramos un gran hermano y pudiéramos observar todo desde las alturas podríamos ver pequeñas personillas que corren, andan, conviven, juegan y habitan el mundo. Somos esas pequeñas miniaturas que le dan vida a un vacío mundo.

Cuando Kurt era apenas un niño comenzó a coleccionar esas miniaturas que, una calurosa tarde mientras fotografiaba las flores que su mujer Edwige plantaba, decidió que debían formar parte de su vida. Con el paso de los años empezó a crear diferentes escenarios para cada una de ellas dándoles vida propia. Acompañado siempre de su cámara comenzó a fotografiar, junto con Edwige, las aventuras que estaban viviendo esas pequeñas personitas. Juntos viajaron a Chicago, a Florida o incluso a Hawaii, conocieron muchos lugares y vivieron múltiples aventuras. Desde el bolsillo de sus dueños observaron el mundo que los rodeaban como auténticos viajeros. Formaron parte de nuestro mundo y crearon su «petit monde«, un mundo en el que no se sentían tan pequeños.

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Este proyecto que comenzó en 2010 junta fantasía y realidad gracias a un ojo de pez y mucha imaginación. Parando en extraños lugares de la famosa Ruta 66 o perdidos en medio del campo para convertir pequeñas manzanas en grandes obstáculos recorren poco a poco el mundo.

Después de cuatro años este «petit monde» es el acompañante incondicional de Kurt y Edwige cada vez que deciden irse a la aventura.

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Cristina Rodríguez Estévez

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