Metáforas en un idioma universal

Hace 11 años un hombre nacido en Szczecin (Polonia) decidió comenzar a mostrar en imágenes aquello que no podía explicar con palabras. Empezó ilustrando la situación que le rodeaba y con la que no estaba de acuerdo, no como mensajero sino, más bien, como alguien que plasma su visión del mundo.

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Con algo tan sencillo como papel, acuarelas y lápices de colores empezó a dejar patente lo que observaba. Salió de la cueva platónica y pintó lo que vio fuera, pinto la pobreza, el hambre, la guerra, dibujó también los cambios ecológicos o el poder del dinero. Una vez dibujado volvió a entrar en la cueva y le mostró a aquellos que solamente veían lo idílico todo lo que se podía ver fuera, a la luz del sol. Muchos de ellos salieron de su felicidad creada, vieron lo que les rodeaba y se dieron cuenta de la realidad que se desprendía de la obra de Pawel Kuczynski. Vieron ese mundo que crece, evoluciona, que cambia a la gente y a su forma de vida. Se ha creado un “poder” social que da la posibilidad de cambiar todo aquello que “molesta”, o todo con la sociedad no se siente conforme, creando una ilusión de control sobre la vida de cada uno cuando simplemente vivimos en un mar lleno de gente que se deja llevar por mareas que nos controlan a todos, mareas que pueden llamarse gobierno, política o religión.

No somos capaces de enriquecernos con las diferencias, ni de aprender del resto porque la venda que esa marea crea ante nuestros ojos hace que sólo fijemos la atención sobre lo que ella quiere.

No vemos la realidad, sólo pintamos la realidad que nos dan del color que deseamos para verla bonita. Y con ello somos felices, con esa sensación de control y de sabiduría. Esa felicidad ficticia siempre va unida a sus formas de expresión.

Actualmente hay demasiados distorsionadores de la realidad que hacen de nuestra vida un escaparate y una cárcel con la puerta abierta, pero por la que no queremos pasar, sino que
preferimos ver por una mirilla entre los barrotes de la celda para conocer solamente lo que deseamos y lo que “la gente quiere enseñar”.

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Distorsionadores que hacen que nuestra vida deje de ser nuestra para ser de dominio público en el mundo de pantallas en el que vivimos.

Actualmente el escaparate es inmenso y en él estamos todos nosotros jugando al juego de la realidad, de imaginarse corazones en donde solamente hay guerras.

Poco a poco la venda de seda que teníamos ante nuestros ojos ha levantado delante de ella un muro de ladrillo. Oímos aquello que simplemente es basura y nos lo creemos, como aquellos que escuchaban a un líder sin pestañear, que lo adoraban pero que realmente no entendían lo que estaba diciendo, sólo asienten porque el resto asiente y sólo opinan porque todos lo hacen.

En un mundo que se encuentra cada vez más en una situación de desesperación, siempre habrá quienes pinten lo negro de un color blanco para seguir creando esa sensación de “tranquilidad”.

Pawel Kuczynski es una de esas personas que ilustra el mundo en el que vivimos, con sus injusticias y su miseria. Mientras para algunos es un dibujante realista, él se denomina a sí mismo como un ilustrador realista de nuestro tiempo, del surrealista tiempo en el que vivimos y para ello utiliza un idioma universal, la ilustración.

www.pawelkuczynski.com

Cristina Rodríguez Estévez

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