CREATIVIDAD

¿LA INSPIRACIÓN NACE DEL DESORDEN?

 

Atendemos a que la creatividad consiste en que en un momento de gloria le cae a uno un rayo en la cabeza, pasando por alto que las personas creativas son buenos trabajadores”

LA PERSONALIDAD CREADORA. ABRAHAM H. MASLOW

 

 

Las personas creativas, siempre han sido fuente de discordia. La sociedad no logra ponerse de acuerdo en la consideración que ha de tener sobre ellas. Por un lado, busca mimarlas porque su trabajo, aunque incomprendido, resulta valioso e irreemplazable. Pero también se las sigue considerando personajes excéntricos rodeados de libros y pinturas tirados y maltratados. Tal vez esto se deba a que se ha aprendido a considerar la creatividad como un talento inusual y esporádico del que no se conoce el funcionamiento y su existencia solo genera confusión y desorden.

Bien, la creatividad no es un fenómeno extraño el cual se vaya a justificar de forma racional a través de estudios de comportamiento. La creatividad es la aparición de una respuesta alternativa a una situación dada por unas circunstancias, la modificación de ese entorno de forma novedosa demanda una psique inquieta, curiosa y atenta. John Cleese, miembro de los Monty Python e investigador del funcionamiento del comportamiento creativo describió a la creatividad no como un talento sino como una forma de proceder. Si analizamos la conducta del ser humano corriente pronto nos damos cuenta de que desde niños aprendemos a actuar, a responder a las situaciones tal y como se nos ha enseñado a hacer, a secundar una serie de patrones configurados que ofrecen la forma de obrar según los signos ante los cuales nos encontramos en un entorno preestablecido, entonces, estaríamos de acuerdo en decir que en este punto desaparece la espontaneidad, la originalidad, anulando así la posibilidad de elección en la forma de proceder y por tanto, se anula la creatividad.

Durante una gran parte de nuestra vida nos dedicamos a almacenar conocimientos tal y como nos dicen que debemos organizarlos. Nos aprovisionamos de datos históricos, adquirimos conocimientos técnicos y científicos o recordamos pasajes literarios para que después, en un momento dado podamos responder con todo eso sin tener que buscar en nosotros mismos una resolución alternativa, pensada y matizada en base a las exigencias de la situación. Situamos nuestra mente en un estado de inacción dónde no ha de pelearse con sus conocimientos, sino asociarlos y mostrarles una dirección. Manipulamos los conocimientos adquiridos como opiniones tomadas en préstamo, mientras nuestro consciente trata de hacer encajar toda esta información, el subconsciente se duerme, anulando la capacidad creativa, evitando el planteamiento de una nueva perspectiva.

¿Qué sucede cuándo aparece una situación de la que no hemos almacenado la respuesta?

Aquí es donde la creatividad cobra presencia. La creatividad no se puede explicar, no nace como resultado a una operación aritmética ni como dato que responda a un hecho ya ocurrido. La creatividad es expresiva y espontánea, nace como la nueva respuesta a un problema que antes no la tenía. Cuando acogemos una aptitud creativa, hacemos partícipe a nuestro subconsciente en nuestra actuación consciente, de este modo, activamos nuestro imaginario en coordinación con el contexto al que nos enfrentamos. Este juego entre marcos es el que posibilita ofrecer una situación análoga mejorada.

John Cleese, realizó un estudio sobre el modo de trabajar de las personas más creativas. Este, fue realizado para dar respuesta a las empresas que valoraban la forma de trabajo de sus empleados y buscaban mayor éxito. En conclusión, el investigador propuso un concepto de diferenciación entre las personas que poseen una actitud creativa y aquellas a las que les resulta más complicado aportar una respuesta creativa. A menudo, cuando trabajamos consideramos únicamente el tiempo del que disponemos para ejecutar una serie de acciones, de manera eficaz y rápida de un modo que sabemos que ha sido considerado como válido sin plantearnos la existencia de uno mejor, presentamos una leve ansiedad por acabar que no nos permite trabajar cómodamente en esa situación y esto nos hace actuar así, respondiendo a lo que John Cleese denomina como MODO CERRADO. El modo cerrado supone que ante un problema determinado, como una actividad propuesta en el trabajo, nuestro subconsciente presenta un estado de intranquilidad que le asigna el consciente debido al desconocimiento de la solución

y del momento de ejecución de la misma. Nuestro “procedimiento de trabajo” se apresura a buscar en nuestros recuerdos una solución válida lo antes posible para poder liberarse de esta sensación. Llevándonos a actuar de un modo que para nada resulta creativo. El subconsciente necesita liberarse de esta tensión, de esta prisa por ofrecer una solución para poder adoptar un modo de trabajo ABIERTO y plantear opciones novedosas y originales, a través de una actitud creativa y esto, es más frecuente que no ocurra en el espacio de trabajo, sino cuando hemos salido a pasear, practicamos deporte o simplemente hemos alejado nuestra mente de las obligaciones.

Este concepto, nos es válido para explicar como esta angustia generada por una situación sin salida lleva a las personas creativas a inmiscuirse de tal manera en el problema que pierden la relación con el pasado, con el tiempo presente y con la resolución satisfactoria en el futuro. Desaparece con ello la angustia generada por la situación, buscando únicamente la mejor opción de entre todas las posibilidades, poniendo en marcha la imaginación. Es frecuente que estas condiciones solo se presenten en momentos de ocio. Personas más tolerantes a la angustia causada pueden llegar a adoptar una actitud creativa en su lugar de trabajo, analizando la situación y planteando nuevas incógnitas, pero muchas otras,solo son capaces de desarrollar su creatividad cuando su mente se encuentra en un estado total de evasión del entorno.

La creatividad no es un modo de trabajo estructurado que se consigue en un procedimiento fijo, sino que divaga entre la aparición de nuevos factores, no existe creatividad sin observación y no solemos ser observadores cuando nos hayamos ante un trabajo programado y rutinario. Tal vez este sea el motivo de que el desorden se halle tan anclado al concepto de vida bohemia, que escapa de una rutina y un proceder para alzar la búsqueda de nuevos aspectos, de nuevos intereses y elementos. Esto no quita que un trabajo con gran actividad creativa exija gran dedicación y esfuerzo. Primero hay que investigar las posibilidades, estudiar el caso y analizar los aspectos del punto de partida.

Por ejemplo, un arquitecto que diseña un espacio antes ha debido analizar las limitaciones del lugar, las posibilidades ofrecidas por los materiales, ubicación o las condiciones que ha de cumplir el edificio. O en el caso de un escultor que antes de empezar su obra, deberá conocer las cualidades de cada material así como la técnica de tratado de cada uno.

La mente, relajada pero excitada por elementos no almacenados en su memoria se dispone a reestructurar lo conocido gracias a lo nuevo, ofreciendo una respuesta creativa, olvidando la ansiedad generada por la obligación de obtener una respuesta de calidad. Es la falta de programación y estructura lo que obliga a la mente a buscar nuevas salidas. Por ello, a menudo se consideran las ideas como golpes de suerte cuando realmente, la inspiración, aparece cuando la mente encuentra su tranquilidad, su momento de sosiego, perdonárselo si esto no sucede cuando el cuarto está ordenado.

HAZ CLICK AQUÍ Y VISITA CROA19

 

Bea Zurro Vigo

Deja un comentario