Entrevistamos a Angel Borrué, fotografía alternativa

La fotografía analógica tiene un encanto especial. Es verdad que no puedes disparar todas las veces que quieras sin tener que cambiar, en más de una ocasión, el carrete o que las imágenes no salgan justo como uno desea… pero sin embargo existe algo en este tipo de fotografías que nos enamora y son muchos los que se resisten a abandonar este método. Los hay, incluso, que van más allá y buscan recuperar la fotografía alternativa a través de talleres y de seguir con un oficio hoy en día casi extinto: el de la fotografía minutera. Este es el caso de Ángel Borrué, con el que hemos charlado acerca del mundo de lo analógico, de los talleres que imparte y de la tradición minutera en Galicia.

webEn la página web que administras, Papel Salado, explicas que pretendes recuperar la fotografía alternativa (la fotografía anterior a la era digital) ¿Cómo surge esta idea? ¿Cuánto tiempo lleva funcionando Papel Salado?

La fotografía química fue para mí una aventura meramente personal durante mucho tiempo. No fue hasta hace un par de años, después de una temporada que anduve trabajando fuera, que me planteé la posibilidad de que pudiera ser también una manera de ganarme la vida. Aún no es mi ocupación única, pero creo que hay un interés cada vez mayor por la fotografía tradicional; no me parece que sea sólo una moda pasajera.

¿Qué clase de talleres ofrece Papel Salado?

Principalmente, de fotografía estenopeica y de iniciación al revelado tradicional, que son los más demandados. Poco a poco voy ofreciendo más talleres, como los de técnicas antiguas y de laboratorio, pero con la situación económica actual, las cosas van despacio.

Hace poco, en el local vigués Detrás do Marco, se proponía, entre otras cosas, hacer una cámara de un disparo con un pimiento, la Pimientopeica… ¿Es que se puede hacer una cámara con cualquier cosa?

Casi; lo único que hace falta es que el objeto sea opaco (o rojo, como los pimientos) para no velar el material sensible que colocaremos en su interior. Piñones, nueces, mejillones, libros, cráneos humanos, son algunas de las cámaras más inusuales que te puedes encontrar.

Acostumbrados a sacar fotos con cámaras digitales, el hecho de crear una cámara y de poder disparar con ella, ha de ser, como mínimo, asombroso… ¿Cuál es la reacción que más se repite entre los asistentes a los talleres?

Sí, la reacción más común es el asombro. Ante la imagen que aparece como por magia en la cubeta del revelador. O cuando miramos lo que tenemos delante, reflejado invertido en el interior de una cámara oscura: parece que se convirtiera en algo que nunca vimos. Pero creo que lo que más sorprende es darnos cuenta de que con elementos corrientes -una caja, una lata de refresco- podemos construir un dispositivo que capta imágenes fotográficas -exactas, nítidas-, del modo en que lo hace una máquina que a veces se escapa de nuestra comprensión y presupuesto.

Además de encontrarte en estas actividades, se te puede ver el segundo sábado de cada mes en la Plaza de la Constitución haciendo fotografía minutera… Cuéntanos ¿Qué es la fotografía minutera y cómo acabaste en ella?

Y el primer sábado en el mercadillo del Soho Zona Centro…
La invención de la fotografía consiguió que un grupo social más numeroso pudiese acceder a tener retratos en sus casas. Pero los fotógrafos de estudio eran demasiado caros para la mayoría de la población, y sólo montaban sus establecimientos en localidades importantes. Así que para la clase trabajadora y para quienes vivían en pueblos y aldeas el tener fotos en casa no fue posible hasta la aparición de los minuteros. Estos personajes te hacían un retrato y te lo revelaban dentro de aquellas cajas misteriosas que llevaban por ferias y alamedas, sin pretensiones artísticas ni demasiada calidad técnica, pero por un precio asequible. Podríamos decir que la democratización de las imágenes que propició la fotografía no se produjo efectivamente hasta la aparición de estos artesanos.
Por otro lado, la cámara minutera es como un compendio del proceso de la fotografía química metido dentro de una caja. Eso, y el hecho de disparar a ojo, sin fotómetro, la convierten en una tentación irresistible para quienes nos gustan estas historias.

¿Cuál era la tradición “minutera” en Vigo? ¿Y en el resto de Galicia?

Hay muy poco escrito acerca de la fotografía minutera; sólo ahora comienza a despertar cierto interés en algunos historiadores, como Jose Mari Uriarte, que ha comisariado una exposición reciente sobre ésta en Durango. Apenas quedan negativos o cámaras de este tipo; las fotos minuteras andan perdidas en álbumes familiares, sin firma ni fecha. Su carácter de oficio ambulante, unido al desprecio que los fotógrafos de estudio sentían por estos parientes pobres, la hicieron poco atractiva para la historiografía oficial, por lo que contamos solamente con los testimonios orales de la gente que conoció a algún minutero. Por lo que me cuentan, en Vigo llegó a haber, en los buenos tiempos, hasta tres trabajando a la vez en la Plaza de Compostela. Desaparecieron progresivamente, a medida que se iban abaratando las cámaras y aparecían las primeras polaroid. La última fue una mujer, que permaneció en activo hasta los años setenta.
Santiago quizás sea la localidad con mayor tradición minutera de Galicia. Imagino que gracias a peregrinos, turistas y estudiantes, esta actividad ha permanecido viva hasta hoy. Pero no se puede olvidar la figura de Santiago Nicolás Núñez, que fue el primero de la nueva generación de minuteros que aparecieron tras la decadencia y casi extinción del oficio.

La cámara que usas para sacar estas fotografías… ¿La hiciste tú? ¿Cómo se te da por empezar a hacer tus propias cámaras y ponerte a sacar fotos?

Lo propio del fotógrafo minutero es heredar la cámara o construirla. Como no me fue posible de la primera forma, tuve que hacerla yo mismo…
Siempre me gustó construir cosas. Y supongo que a algunas personas nuestra relación con la fotografía nos lleva a un punto en el que sentimos la necesidad de participar más directamente en cada fase del proceso. No te vale con revelar la película y positivar; quieres hacerlo todo tú, desde el principio, como los pioneros: construir la cámara oscura, la lente…La cámara minutera contiene en sí misma todos los elementos del proceso fotográfico, y me parece que por eso es uno de los lugares en los que desembocas, quieras que no.

Hablemos de números…La cultura, en general, no está pasando su mejor momento. Parece que nada es rentable: ni el cine, ni la música, ni el teatro… En el caso concreto de la fotografía tradicional ¿Es rentable? ¿Cuál es el principal problema, desde tu punto de vista?

En la situación actual sólo son rentables el robo a gran escala y el expolio a la ciudadanía. La producción de artefactos inútiles siempre anduvo relegada a cierta marginalidad, salvo en los casos de las grandes estrellas promocionadas por los medios y el Mercado. Actualmente supongo que con no perder demasiado dinero nos vamos conformando. Sin embargo, el hecho de que tantos productores de bienes culturales tengamos que buscarnos la vida con ello, creo que está provocando una erupción brutal de propuestas. Hay muchísima gente haciendo cosas, metida en proyectos muy interesantes que aunque no sobrevivan a medio o largo plazo, están logrando que todos los días veamos cosas asombrosas.

Para todos aquellos a los que les haya picado el gusanillo de la fotografía tradicional ¿Tienes ya actividades programadas para la segunda quincena de mayo o el mes de junio que nos puedas adelantar?

Sí: un par de talleres de fotografía estenopeica, y uno de cianotipia. Las fechas las voy publicando en la web del proyecto y en Facebook.

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Celeste Conde Gómez

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