Ana Rello · Una mirada serena

Hace unos días tuve la oportunidad de charlar con la fotógrafa compostelana, de adopción, Ana Rello.

Cada vez que voy a Compostela, me vienen a la mente unas palabras extraídas del libro de Alfredo Conde, Los otros días, que bien reflejan la visión serena de la ciudad. “… En el recuerdo, La Ciudad, es grisácea. Las piedras son grises. Todo es gris. Cuando llueve, y llueve casi siempre, el gris de las losas de las rúas, parece plata refulgente titilando como el filo de una navaja. En ocasiones tales La Ciudad es otra. Se diría que La Ciudad es un bosque que se va desparramando lentamente, igual que agua que se fuese esparciendo, extendiendo por las colinas dulces, por las lánguidas laderas, hasta llegar a las Brañas, dejando atrás las sernas. Pero el bosque es de piedra…”

Nos encontramos en el Café Casino, de fondo sonaba Nick Cave con Mermaids. Buena música. Nos sentamos en la mesa más cercana a la cristalera.

Como todas las entrevistas, esta también comienza queriendo saber cómo fue su aproximación a la fotografía y a diferencia de muchos fotógrafos que tienen claro su vocación desde muy temprano, Ana confiesa que lo suyo fue de una forma totalmente casual, que se encontró con la fotografía en un momento de profunda crisis personal en su vida.

Ana habla despacio; me cuenta que desde el momento en que la vida le llevó hacia la fotografía hace ahora 6 años (2010) se ha dado cuenta de dos cosas: la primera, que las casualidades no existen y la segunda que para superar con éxito una crisis es necesario ser creativo en la búsqueda de soluciones. En el 2010 se compró su primera cámara reflex y siguió aprendiendo de forma autodidacta.

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Al preguntarle por sus referentes confiesa que no es persona impresionable, en el sentido estricto de la palabra, que no tiene referentes marcados, pero que le gustan fotógrafos como Bernard Plossu, González Palma o Jeanne Chevalier.

Me cuenta que de Bernard Plossu le emociona su capacidad para ver la belleza en la vulgaridad de la cotidianidad. Esa capacidad de capturar las simpleza de las cosas, de hacernos ver que los lugares siempre tienen una historia

De Jeanne Chevalier le fascinan esas imágenes que como dice Plossu, en el p´rologo del libro Un miroir au soleil. Almería-Bayyana, hace “para nada”, como quién no quiere la cosa y que resultan ser las más importantes.

De González Palma le gusta esa capacidad que tiene para expresar con la imagen lo invisible. Lo que no se ve cuando se mira.

Cuando la oigo decir esto me acuerdo de lo que decía Kertesz, “Fotografiar es fácil, lo difícil es mirar, es ahí donde tiene que situarse nuestro aprendizaje”.

Cuando le pregunto por su obra en general, y por cómo plantea sus proyectos personales, me cuenta que para ella la fotografía es, fundamentalmente, una forma de expresión, una forma de sacar lo que lleva dentro, el contacto directo con el diván. Define su fotografía como “poética”.

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Me atrevería a decir que quien conoce a Ana Rello sabe que tiene ante sí a una de las fotógrafas con una de las miradas más poéticas y serenas de toda Galicia. Yo, particularmente, me siento afortunado de conocerla.

Su fotografía le sirve para indagar en temas como la intimidad, la memoria, los recuerdos, el territorio, el lugar, la familia, la infancia, la muerte o el paso del tiempo… En su proceso de trabajo siempre está la constante búsqueda de la identidad, como ese devenir continuo en el que una parte de ella admite cambios y la otra permanece inalterable.

Me recuerda una cita de García Márquez: “Los seres humanos no nacen para siempre el día que sus madres los alumbran: la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez, a modelarse, a transformarse a interrogarse (a veces sin respuesta), a preguntarse para qué diablos han llegado a la tierra y qué deben hacer en ella”

Cuando comienza un proyecto tiene clara la idea y el tipo de imagen que quiere utilizar para abordar el tema o el concepto elegido. Se siente afortunada cuando el espectador frente a su obra se posiciona como usuario y no como lector; cuando “entra”, cuando “siente”, cuando su foto se convierte en la foto del espectador, cuando es capaz de identificarse totalmente con la obra hasta el punto de que percibe que la historia que está contemplando es la suya (la del espectador).

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A Ana no le gusta condicionar al espectador, decirle lo que tiene que ver, lo que tiene que entender y mucho menos lo que tiene que sentir, por eso sus narraciones son totalmente abiertas. Entiende que cada imagen funcione diferente con cada persona porque no todos hemos vivido las mismas experiencias; la misma imagen resuena de forma diferente en cada uno de nosotros. Si una fotografía consigue resonar con el espectador es cuando éste genera su propia historia en relación con la imagen observada y es ahí cuando se produce ese, siempre, pretendido diálogo entre autor-obra-espectador.

Es una gran conversadora. La entrevista transcurre apacible. La noche va dejando paso a las luces y sobras en cada rincón de las calles de la ciudad…

… en el piano, al fondo del Café, suspira la melodía Kiss the Rain…

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Las imágenes que Ana nos deja para la entrevista pertenecen a un proyecto en el que reflexiona sobre territorio y lugar. Me cuenta que nació en Monforte de Lemos, pero que sólo estuvo allí durante sus primeros 9 meses de vida y que por eso se considera compostelana aunque tenga que aclarar que lo es “de adopción”. Santiago siempre ha sido su ciudad “una aldea grande como ella la llama…”.

Me explica que en este proyecto se permite cuestionar los territorios más cercanos y generar otras posibilidades de habitarlos y sobre todo de expresarlos. Las imágenes adoptan la estructura de díptico, de forma que dos imágenes constituyen una obra conjunta pero no están unidas por una acción continuada. Cada díptico constituye una narrativa que el espectador desvelará en función de la resonancia que reciba de su lectura.

Recuerda a José Saramago: “Ninguna palabra es en sí poética. Lo que la hace poética es la palabra que está al lado”.

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La conversación llega a su fin, salimos del café cuando la noche cierra todo el espacio en una Ciudad que yo, a diferencia de Ana, veo en blanco y negro, con sus tonalidades de grises.

Mientras callejeamos recuerdo unas palabras del gran fotógrafo Brassäi “… la noche sugiere, no muestra, la noche nos perturba y nos sorprende por su extrañeza…”

Así es la noche, así es Compostela, así es la fotografía de Ana Rello, imágenes que nos sorprenden y que confirman que tienen una sensibilidad especial para ver, lo que otros no ven… Realmente tiene una mirada serena…

caixademistos.es

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Conversación entre Ana Rello y José Moldes

José Moldes

José Moldes, Tui Pontevedra (1967) inició su andadura fotográfica en el año 1995. Su obra es un reflejo de su mundo interior, donde intenta mostrar imágenes que nos hablan de ausencias, de la soledad, el hombre y los objetos en lo cotidiano a la luz de un día cualquiera. Urbanita antes que paisajista, busca la figura humana, melancólica, contemplativa, en el inmenso paisaje que le rodea. “Su mirada es avariciosa, quiere atesorar cada rincón, cada rayo de luz, cada destello en otros ojos…, mil detalles a la vuelta de cada esquina. La fotografía que propone, solo muestra, no dice ni explica. Es una propuesta filosófica antes que estética. Cualquier interpretación supondrá una mirada nueva, otra propuesta, que no está, ni necesita estar, en la fotografía original“. Antonio Romero Seguín, es escritor. Colabora con la revista de divulgación cultural Croa Magazine, con entrevistas a fotógrafos y artistas gráficos. Realizó exposiciones en Galicia, Extremadura, Porto ( Portugal ). Participó en el Festival Visións na Coruña 2016. Actualmente trabaja en dos proyectos que verán la luz durante el año 2018.

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